Todos vamos buscando desde pequeños encontrar nuestro lugar en el mundo. En el espacio de la familia buscamos nuestro lugar entre nuestros hermanos y padres, diferenciándonos de la manera de ser de ellos y buscando nuestra propia posición en el entorno familiar, para sentirnos importantes.

Buscamos también nuestro lugar en el colegio y el instituto, comportándonos como buenos o malos estudiantes, cómo graciosos o serios, como amigos de algunos o enemigos de otros, como buenos o malos para los profesores…acomodando y a veces encontrando ese lugar que nos haga sentir que tenemos un valor entre los iguales.

Igualmente buscamos un lugar en la pareja, amistades, o con los hijos: el lugar de ser un padre o madre querido, el lugar de ser una pareja amada y reconocida o bien el lugar negativo de sentir un desplazamiento o una indiferencia o un no ser querido, dependiendo de las experiencias del pasado y de las propias elecciones sentimentales del presente.

También buscamos ese lugar en el mundo laboral, desarrollando nuestras capacidades y nuestros anhelos y pasiones o bien situándonos en un entorno que no aprecia, que no valora y que no ayuda a ese desarrollo, pero en esa eterna lucha de querer encontrar esa posición propia donde ser alguien.

Por supuesto y considero como muy importante, a nuestro lugar en el mundo también llegamos a través del arte, de la creación, del ocio, del deporte, de los hobbies…. a través de ellos, ya no dependemos tanto del exterior sino del propio desarrollo interior, encontrando ese lugar propio para querernos, cuidarnos y poder ser todo lo que somos.

Desde mi experiencia profesional y personal considero como una necesidad, una responsabilidad y un derecho, el  ir buscando y luchando por ese lugar propio en el mundo, para sentirnos plenamente íntegros como personas.

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