Autor del artículo:  José Roberto Valencia Frías. Psicólogo de niños, adolescentes, adultos y parejas

Asociación Libre – Psicólogos en Guadalajara

(Reflexiones sobre el sentimiento de culpa y la búsqueda del fracaso.)

El estrés laboral afecta emocionalmente.

¿En cuántas ocasiones no hemos propuesto conseguir un objetivo que nunca alcanzamos? ¿Cuántas veces hemos iniciado una dieta y la suspendemos a medio camino? ¿Iniciamos un proyecto que jamás terminamos? ¿Qué nos impide lograr aquello tan deseado? ¿Cuáles son los obstáculos colocados por nosotros mismos?

Cuando pensamos en alcanzar nuestras metas, buscamos guías, apoyos. Hoy en día podemos encontrar una gran cantidad de libros, videos, tutoriales, pláticas, conferencias todas dirigidas a proporcionar consejos, claves, llaves para ser una persona de gran éxito, mil formas de iniciar tu negocio, mejorarlo, generar mayores ingresos, etc. También encontramos consejos y guía para mejorar nuestras relaciones de pareja, familiares, ser mejores padres. “(…) para el éxito no hacen falta más que ciertas claves, ciertos consejos; el éxito es generalizable.” (Lutereau, L. 2018) Aun así, pareciera, existe una especie de barrera que nos impide alcanzar el éxito.

Procrastinación y sobrepensar impide alcanzar metas.

En algunas ocasiones aparece como postergación: “mañana inicio”; en otras en la fantasía del fracaso anticipado: “no tiene caso, yo no podría lograr eso”; puede presentarse en forma de pereza: “Me da flojera, será otro día”, Anticipando la derrota antes de intentarlo. Encontramos formas de autosabotaje; cuando tenemos a la mano lo largamente deseado, enfermamos, tartamudeamos, nos angustiamos, realizamos un acto que nos lleva del éxito al fracaso en un momento.  ¿Qué nos sucede en esos momentos?

El psicoanalista Sigmund Freud (1916) describe un rasgo de personalidad el cual, a diferencia de los neuróticos quienes enfermaban por frustración, enfermaban al conseguir sus deseos, trabajados durante años. Lograban ser jefes o dueños de una empresa, conseguir el amor de la persona a la que habían cortejado desde hacía mucho tiempo. En esos momentos, las personas eran presas de angustias y enfermedades, impidiendo disfrutar de los éxitos. En otras ocasiones, se encontraban a punto de alcanzar sus objetivos y terminaban desistiendo; provocando su fracaso. A este tipo de personas las denomino “Los que fracasan cuando triunfan”. Las personas así descritas, debían sus fracasos a un sentimiento de culpa inconsciente, el cual los llevaba a sentirse no merecedores de sus logros y éxitos.

Pondré un ejemplo: En una carta escrita por S. Freud (1936) a Romain Rolland; en una ocasión estando de viaje con su hermano se encontraron con la posibilidad de visitar la ciudad de Atenas, deseo compartido y sin éxito; cuando encontraron la posibilidad de lograr su meta tan esperada, comenzaron a poner excusas, justificar con varios motivos las dificultades para realizar el viaje, saboteando la posibilidad de viajar a Atenas. En el último momento deciden subir al barco para viajar a la ciudad. Freud reflexiona sobre esta situación, comentando que los motivos y excusa para evitar el viaje, no eran tan importantes y no les impedía realizar el viaje realmente.

En la carta Freud explica ciertas situaciones llamadas <<demasiado bueno para ser verdad>>

“Un caso de esa incredulidad que suele darse cuando uno es sorprendido por una noticia feliz: ya sea que se sacó la lotería o ganó un premio, o, tratándose de una muchacha, que el hombre a quien ella ama en secreto se ha presentado como festejante ante sus padres, etc.” (Freud, S. 1936. pp. 215).

Frente a estas situaciones, menciona Freud, nos vemos contrariados con una incredulidad, desautorizamos ese fragmento de la realidad objetiva. Señala esa actitud de incredulidad, podemos esperar autorizarla en los casos donde la vivencia causa angustia o sufrimiento (acción que él llamó represión) pero no en el caso de vivencias que suponemos deberían causar cierto placer y júbilo. ¿Qué lleva a las personas a comportarse de esa manera frente a los éxitos? ¿Cuáles sentimientos o pensamientos nos llevan a buscar el fracaso? Freud nos brinda dos caminos para pensarlo; la primera es un sentimiento de culpa inconsciente experimentado al vivir tales experiencias; la segunda (relacionada con la primera) es un sentimiento de devaluación de la persona (baja autoestima), entonces la postura tomada es «yo no merezco esto, por qué no lo valgo». No nos creemos merecedores de las cosas buenas que conseguimos.

El éxito aparece cuando realmente entendemos lo que queremos y lo buscamos.

Podemos encontrar otros caminos, otras posturas tomadas por las personas para no alcanzar o no disfrutar del éxito y los triunfos, por el contrario buscan activamente situaciones que llevan a fracasos inminentes. Algunas personas postergan lo más posible las acciones que los llevarían a alcanzar el éxito. Piensan en mil y una formas para lograr cada objetivo, pero se pierden al no ser puestas en acciones concretas a realizar; se quedan en un «será otro día». Así, nunca llega el día adecuado, el dinero esperado, el trabajo soñado, la oportunidad perfecta donde la persona podría comenzar con sus proyectos. Se queda siempre esperando y sin hacer nada. El fracaso siempre se encuentra presente, en la no acción, en el sabotaje puesto por cada uno.

En otros casos el objetivo o la meta planeada es idealizada o engrandecida. La imaginamos fueran de nuestro alcance y, entonces, la idea anticipada del fracaso «¿Para qué lo intento si nunca seré tan bueno?» Se piensa que sin importar los esfuerzo realizados, nunca se alcanzará nuestros deseos (aún que los alcancemos, nunca será tal y como los soñamos). Para evitar el sentimiento de fracaso (y con él un herida a nuestra autoestima) preferimos posponer las acciones necesarias para lograrlo. “Al no intentarlo, no se fracasa” nos consolamos. Las metas, deseos y objetivos propuestos los tenemos tan idealizados; creemos que al intentar subir tan alto la caída será muy dolorosa y tenemos razón. Fracasando buscando un objetivo tan elevado, la caída solo llega a confirmar la autoestima devaluada que tenemos.

En cada caso podemos notar una herida o un rebajamiento de la autoestima. Un sentimiento de culpa, de no ser suficientes, no merecedores o incapaces de obtener y merecer eso que anhelamos.

En cada persona los sentimientos, pensamientos y motivos que llevan tomar estas acciones son muy diversas y provienen de distintos conflictos psíquicos. Se relacionan con la historia de vida de cada uno; la infancia, adolescencia, las diversas vivencias y vínculos con las otras personas a lo largo de nuestra vida. En ocasiones refuerzan la baja autoestima y la fuerte crítica a uno mismos, estancado y sin movimiento provocando que nada cambie; en otra nos ayudan a mejorar nuestra autoestima, motivando a tomar acciones para crear nuestro propio futuro.

 

Las situaciones que nos llevan a buscar activamente fracasar, están relacionadas con nuestra historia de vida, nuestros vínculos, autoestima, triunfos pasados y miedos actuales. ¿De qué forma se puede trabajar esta postura tomada frente a nuestros deseos? Podemos pensar en algo bastante sencillo. Primero bajar nuestras metas de un pedestal, aceptar nuestras propias limitaciones, crear un camino de pequeños objetivos que nos lleven al lugar donde queremos estar. Avanzar con paso constante, a veces pequeños en otras ocasiones un poco más grandes. La mejor opción es asistir a una psicoterapia para conocer las formas de sabotaje colocados por nosotros y los motivos ocultos que tenemos para buscar constantemente el fracaso de forma inconsciente.

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